Manzanas embebidas en miel, granadas y dátiles para un Nuevo Año judío dulce

Al igual que en otras festividades del calendario hebreo, en el Año Nuevo o «Rosh Hashaná», los platos se convierten en símbolos que trascienden lo meramente ritual o litúrgico, con manzanas embebidas en miel, granadas y dátiles para expresar los buenos deseos de tener un próximo año dulce.

Israel y las comunidades judías repartidas por todo el mundo dieron la bienvenida al año 5776 de su calendario, una festividad de dos días de duración que se prolongará hasta el atardecer del martes y de las más alegres del almanaque hebreo.

Tanto judíos observantes como seculares se suelen dar cita en torno a una mesa, donde no faltaron las manzanas para empaparlas en miel como aperitivo de una cena ritual que desde hace siglos han seguido especialmente los sefardíes o mizrajíes (de ascendencia medio-oriental o de países árabes).

En este marco aparecen otros elementos en escena como acelgas, calabaza blanca, cuellos de gallina o presa y determinadas alubias, que tienen su simbolismo intrínseco, transmitido durante generaciones por esas comunidades a la manera del ‘seder’ (orden, en hebreo) o cena ritual practicada en la Pascua.

Las raíces de este rito pueden encontrarse en el Talmud babilonio (escrito en torno al 300 de nuestra era), apunta la periodista Vered Guttman en un artículo del diario «Haaretz».

«Los cinco alimentos (simbólicos que integran el menú de los sefardíes) incluyen calabaza, alubia (poroto) negra, puerro, acelga y dátiles», menciona Guttman, antes de precisar el significado etimológico de cada término en arameo, empleado en bendiciones que en la mayoría de los casos sirven para espantar a los «enemigos» del pueblo judío.

Con todo, apunta la periodista, «los eruditos judíos no siempre estuvieron de acuerdo en considerar la comida un símbolo y veían esas prácticas como brujería, aunque concluyeron que, si con ello se animaba a la gente a rezar, entonces era permisible».

En la Edad Media se extendió el empleo de la granada, que simboliza un año lleno de mandamientos divinos representados en las semillas que alberga en su interior el rojo fruto propio de la estación.

Posteriormente, los judíos ashkenazíes, de origen centroeuropeo, adoptaron la costumbre de incluir en los platos de esta festividad zanahorias cortadas en rodajas, asemejando monedas, para atraer

los buenos deseos de abundancia, prosperidad y fertilidad, uso que los israelitas oriundos de Yemen practicaban con semillas de sésamo.El ‘seder’ de Rosh Hashaná ha ganado adeptos entre los habitantes del moderno Estado de Israel y es habitual hoy en día ver estos rituales culinarios entre judíos de diverso origen étnico.

Los observantes y tradicionalistas realizan el procedimiento las dos noches que dura la festividad, en las que las cenas se convierten en un proceso largo intercalado por bendiciones tras las que se degusta cada elemento simbólico y una vez llegado al primer plato propiamente dicho, muchos ya han hecho la digestión.

«Es definitivamente mucho más que una fiesta para comer, es una fiesta muy espiritual en la que se decide si uno va a estar en el libro de la vida o en el libro de la muerte», refirió Terice Idaham, 18 años, y originaria de Nueva York que pasó la fiesta en Israel con unos familiares.

Rosh Hashaná también se caracteriza por otras dos costumbres: la primera es el sonido del shofar, un instrumento musical hecho con el cuerno de un carnero tocado en los servicios matutinos en las sinagogas, que tiene un ulular característico que oscila entre el bramido de un animal y la llamada a filas de una corneta militar.

Otro de los ritos, seguidos por los más devotos, es acudir a fuentes de agua como mares, ríos o manantiales para leer oraciones y arrojar trozos de pan con los que simbólicamente uno se deshace de los «pecados e inmoralidades» del año concluido.

Para Esteban Clor, de 43 años, natural de Córdoba (Argentina) y residente en el país, «el mensaje de la festividad es el de introspección, de tratar de pensar en los actos que uno hizo el año pasado, qué actos uno estuvo contento y quiere repetir, y qué actos uno piensa mejorar».

Entre las felicitaciones que ha recibido el pueblo judío destacan las del presidente iraní, Hassán Rohaní, que apeló a la conexión especial entre judíos y musulmanes: «Que nuestras raíces abrahámicas compartidas profundicen el respeto, y traigan la paz y el entendimiento mutuo», deseó.

El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo en un vídeo que «los seres humanos» deben «expiar donde no han cumplido las expectativas», antes de desear al mundo judío «Shaná Tová» (feliz año). EFE

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