Image copyrightReutersImage captionEn Centroamérica se ha incrementado la cantidad de migrantes cubanos que tratan de alcanzar Estados Unidos ante el creciente temor a que el deshielo entre Washington y La Habana acabe con los derechos de asilo que tienen desde hace décadas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba divulgó el martes una declaración en la que fijaba la posición del gobierno cubano ante la crisis por la retención de más de mil cubanos en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, en tránsito hacia Estados Unidos.
En su nota, la cancillería de la isla aseguró que estaba en contacto con los gobiernos de la región para hallar una solución, y dijo que los inmigrantes «son víctimas de la politización del tema migratorio por parte del gobierno de los Estados Unidos, de la Ley de Ajuste Cubano».
Para muchos, la reacción fue tardía, teniendo en cuenta que la situación se había agudizado hacía algunos días.
No pocos medios y analistas, incluso, cuestionaron «la inacción» de La Habana.
Es probable que la declaración haya demorado más de lo conveniente, pero todo parece indicar (el documento lo explicita) que el gobierno no estaba de brazos cruzados ante la delicada situación, que involucra a ciudadanos cubanos.
Lo que parece un sinsentido es el silencio de los medios «oficiales» en Cuba.
No hay explicaciones plausibles ante esa posición. Si más de un millar de emigrantes cubanos protagonizan casi una crisis humanitaria en la frontera de dos países, es responsabilidad de los medios en Cuba ofrecer la información.
Lamentablemente, cientos de miles de cubanos se enteraron cuando se dio lectura a la declaración en el Noticiero Nacional de Televisión, mucho tiempo después de que la prensa de otros países ya se había hecho eco de los acontecimientos.

Situaciones como estas ponen una vez más sobre el tapete la necesidad de un debate a fondo sobre el rol de la prensa en Cuba, sus limitaciones y competencias. Pero ese es tema para otro comentario.
Lo cierto es que muchos ya sabían de la crisis gracias a internet, las redes sociales, las comunicaciones con amigos y familiares en el exterior y el rumor de boca en boca.
En Facebook, por ejemplo, había un intenso debate entre cubanos de dentro y fuera de la isla, y de disímiles posiciones políticas.
Un punto de vista parecía bastante generalizado: Cuba (su gobierno) no puede darles la espalda a estos emigrantes, aunque la gran mayoría de ellos se haya lanzado a un viaje muy peligroso en absoluto ejercicio de su responsabilidad personal.
La declaración divulgada respalda de alguna manera esa idea.
Responsabilidades
En lo que no había consenso era en las responsabilidades de cada país en esta crisis.
No pocos culpaban al gobierno cubano, pero algo está claro: casi todos los emigrantes habían salido de Cuba de manera absolutamente legal.
Ese tráfico de personas, que implica la violación de las leyes de terceros países, no es responsabilidad directa del gobierno cubano, sino de las mafias que lucran con el negocio de la entrada a los Estados Unidos.
Y también, obviamente, de las personas que usan los «servicios» de esas mafias.

Algunos dicen que el gobierno cubano sí tiene implicaciones en ese conflicto, pues «empuja a la gente a emigrar». Pero lo cierto es que la emigración desde los países pobres hacia los países ricos es un fenómeno normal y lógico.
No quiere decir, por supuesto, que Cuba pueda darse el lujo de desinteresarse por la suerte de sus emigrantes (ni por las causas por las que emigran).
Pero llegar a equiparar las razones y las motivaciones de este grupo de emigrantes con las de los miles de refugiados que han llegado a Europa procedentes de países en conflicto, como han hecho no pocos foristas en redes sociales, parece un disparate.
Aquellos huyen de las bombas, de la destrucción, incluso de una muerte probable.
Estos van en busca de otro futuro —por las razones que fueran, no nos toca cuestionarlas—; pero no arriesgaban su vida si decidían permanecer en Cuba.
«Ajuste Cubano»
Hay elementos que no pueden perderse de vista.
Estos cubanos tomaron la decisión de salir de su país, en buena medida, porque en los Estados Unidos está vigente la celebérrima Ley de Ajuste Cubano, que de alguna manera garantiza la entrada al país y la posterior regularización del emigrante.
Si hubiera una Ley de Ajuste Latinoamericano, con la que pudieran beneficiarse todos los que pretendan emigrar a los Estados Unidos desde cualquier país del continente, el flujo sería multinacional e incontenible.
En el actual contexto (el proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos) esa ley parece arcaica, aunque miles de cubanos se sirvan de ella. Está claro que es un fuerte incentivo a emigrar ilegalmente, por más que el gobierno estadounidense afirme que apuesta por una emigración legal y organizada.
Esta crisis involucra al país emisor, no faltaba más, pero también al país receptor, que no por casualidad es el país más rico del mundo.

Implica, lamentablemente, a terceros países de tránsito, que tienen que lidiar con problemas que no son suyos.
La solución, necesariamente, tiene que ser el resultado de un diálogo serio, respetuoso y profundo entre todas las naciones implicadas.
Cuba ha expresado su disposición públicamente, esperemos que esa disposición se traduzca en hechos concretos.
Pero quedan todavía algunos puntos conflictivos. Todos los países tienen el derecho de tomar las medidas que considere, en atención a su soberanía; pero no es aceptable que esas medidas atenten contra la integridad o la dignidad de los cubanos involucrados en estos acontecimientos.
Cuba tiene que interesarse por el estado de esos migrantes independientemente de la naturaleza de la migración, por dos razones: una puramente humanitaria, la otra es que esas personas siguen siendo ciudadanos cubanos.
Ya ha quedado claro que los que deseen pueden regresar a Cuba, aunque lo más seguro es que buena parte de ellos no quieran hacerlo.
Los gobiernos, insistimos, tendrán que sentarse a debatir las posibles alternativas. Los miles que ahora están en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua son en definitiva víctimas de una politización que los trasciende.
Yuris Nórido es periodista de medios oficiales como el diario Trabajadores y el sitio digital CubaSí. Es miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC): «Porque confío en que puede ser motor de cambios necesarios para este país».
fuente:bbcmundo