Janet Yellen es la jefa del banco central desde 2014.
A menos que pase algo dramático e inesperado, el próximo 15 y 16 de diciembre la atención de los medios de comunicación del mundo estará centrada en la decisión de una mujer.
Prácticamente todos los observadores esperan que en esos días Janet Yellen, la directora de la Reserva Federal (banco central estadounidense), anuncie un aumento en las tasas de interés vigentes en ese país y ponga fin a una década de dinero barato en la mayor economía del mundo.
Entre las múltiples consecuencias que tal acción desataría, hay una que inquieta especialmente al gobernante Partido Demócrata en Estados Unidos: la posibilidad de que un alza excesiva de las tasas de interés provoque un frenazo en la economía.
Y, sobre todo, que a 11 meses de las elecciones presidenciales, eso lleve a un republicano a ocupar la Casa Blanca por primera vez desde 2008.
La Reserva Federal decide sobre las tasas de interés
- 2006 La última vez que el Banco Central estadounidense elevó las tasas de interés
- 0.25% Actual tasa de interés de referencia de la Reserva Federal
- 0.2% Actual tasa de inflación en Estados Unidos
El electorado le cobró a los republicanos, que detentaban el poder desde 2000, la responsabilidad del descalabro.
Si bien nadie vaticina un colapso financiero semejante en 2016, lo cierto es que una economía en problemas por las tasas de interés podría ser el escenario perfecto para que un electorado ya preocupado por las recientes amenazas de seguridad y la creciente polémica por la inmigración, se incline nuevamente por el candidato de la oposición.
Un banco autónomo
La Reserva Federal no revela parcialidad política.
Su directora, Janet Yellen, asumió el cargo en 2014 para un periodo de cuatro años.

No tiene que rendirle cuentas ni al actual ni al nuevo presidente que resulte elegido en 2016.
Pero resulta difícil ignorar el impacto político que podría tener su próxima decisión frente a las tasas de interés, ocurriendo en plena campaña para unas eleccionesque prometen ser particularmente reñidas.
Y ciertamente hay antecedentes en los que las decisiones del banco central ayudaron a inclinar la balanza a favor de uno de los candidatos.
Favorecidos y perjudicados
Hillary Clinton es hoy la aspirante que podría resultar más perjudicada por un alza en las tasas de interés.
La mujer que encabeza las encuestas por la nominación demócrata a la candidatura presidencial sería la que recibiría el mayor castigo electoral si la economía desfallece en 2016 y el electorado le echa la culpa al partido actualmente en el gobierno.

Pero hace 24 años, su marido, Bill Clinton, fue el principal beneficiario de un escenario similar.
En las elecciones de 1992 Clinton era el candidato demócrata enfrentando al presidente George Bush padre, quien aspiraba a la reelección.
El mandatario republicano acababa de obtener una gran victoria militar en la primera Guerra del Golfo, lo que parecía allanar el camino a su triunfo electoral.
Pero a su ambición se le atravesó una fuerte e inesperada recesión, que el mismo Bush atribuyó a las decisiones de la Reserva Federal sobre las tasas de interés.
Y Bush culpó al entonces jefe del banco central, Alan Greenspan, de su derrota en esas elecciones.
Una década antes, en 1980, el presidente Jimmy Carter también había resultado políticamente damnificado cuando el banco central elevó las tasas de interés poco antes de los comicios.
La fuerte recesión resultante ayudó a que el candidato republicano, Ronald Reagan, lo derrotara aplastantemente en las elecciones de ese año.
Mandato contra la inflación
¿Por qué la prisa actual por elevar las tasas de interés, sabiendo el riesgo que se tiene de afectar a la economía e incluso de influir en las elecciones con esa medida?

Janet Yellen y la Fed que ella dirige tienen un mandato legal para proteger al país de la inflación.
La mayoría de los economistas piensan que hay una relación problemática entre crecimiento económico e inflación.
Cuando la economía está creciendo a buen ritmo, como ocurre ahora en Estados Unidos, es frecuente que la alta demanda por los bienes en un momento de relativa prosperidad lleve a que aumente la demanda y consecuentemente los precios de esos productos.
Por ello, el banco central generalmente busca contrarrestar ese riesgo cuando la economía lleva un tiempo creciendo a ritmo acelerado, y lo hace elevando las tasas de interés para evitar que se «recaliente» la economía y se dispare la inflación.
Lo que ha llevado a que muchos describan el papel del banco central como el que «esconde el trago, justo cuando la fiesta está empezando a ponerse buena».
El riesgo está en que el aumento en las tasas de interés tenga un impacto excesivo sobre la economía.
Y más allá de controlar la inflación, provoque una desaceleración del crecimiento o incluso deje al país sumido en una recesión.
Lo que ayuda a explicar que la Reserva Federal lleve meses públicamente sugiriendo que va a elevar las tasas de interés pero no lo haya hecho.
Pues persiste la duda sobre si la economía está lo suficientemente saludable para aguantar el golpe sin caer en una nueva recesión
Receta desconocida
Nadie tiene la receta exacta para asegurar que la intervención del banco central combata la inflación sin desacelerar la economía.
Al tomar su decisión, Yellen buscará evitar ser recordada como la persona que cortó de raíz la recuperación económica que su país ha experimentado en esta década.
La funcionaria ya pasó a la historia como la primera mujer en dirigir la Reserva Federal.
Pero ahora una decisión suya podría hacerle más difícil a Hillary Clinton conseguir su meta de ser la primera mujer en llegar a la Casa Blanca.

fuente:bbcmundo