Si las encuestas están en lo cierto, los interesados en las elecciones presidenciales del domingo 6 de noviembre en Nicaragua solamente necesitan conocer un nombre.
Y es uno de sobra conocido: el del actual presidente, José Daniel Ortega Saavedra, quien busca su segunda reelección consecutiva desde su regreso al poder en enero de 2007.
Ortega, quien también estuvo al frente del país durante la Revolución Popular Sandinista (1979-1990), es el amplísimo favorito, al punto que su victoria en los comicios se da por descontada.
Entre otras cosas, porque muchos nicaragüenses tendrían problemas en nombrar a la mayoría de sus rivales a la presidencia.

Se trata de cinco candidatos que, en total, no suman ni el 13% de la intención de voto, según una encuesta de la consultora local M&R divulgada el 18 de octubre pasado.
Un sondeo más reciente de CID-Gallup, les asigna incluso menos: un magro 6%.
Y en el quinteto no figura nadie que se haya hecho notar por su disposición a plantarle cara al gobierno sandinista en los últimos 9 años.
«La verdadera oposición a Ortega no está representada en esa boleta«, dijo Ana Margarita Vijil, la presidenta del Movimiento Renovador Sandinista.
«Él (Ortega) tiene el control del Consejo Supremo Electoral y ha utilizado ese control para sacar a la verdadera oposición de la legalidad y mantener en la legalidad a puros partidos satélites», se quejó la dirigente del MRS.
Lo que explicaría por qué CID-Gallup, que le da a Ortega una intención de voto del 52%, cifra la abstención en un 42%.
«Farsa electoral»
Fundado en 1995 por algunas de las figuras más conocidas del período revolucionario, el MRS perdió su personería jurídica en 2008 luego del regreso al poder del caudillo sandinista.
Y aunque el organismo electoral asegura que simplemente se encarga de hacer cumplir las leyes, para Vijil no es sino un ejemplo de la estrategia del gobernante FSLN para acallar las voces críticas y evitar una verdadera competencia.

«Si aplicaran estrictamente la ley, todos los supuestos partidos de oposición que figuran en la boleta tendrían que haber perdido su personería jurídica después de las elecciones de 2011», asegura Vijil.
Y, como ejemplo adicional, ofrece también la reciente decisión del órgano electoral de quitarle el control del Partido Liberal Independiente (PLI) a Eduardo Montealegre, el principal rival de Ortega en las elecciones de 2006 y una de las figuras más reconocidas de la oposición nicaragüense.
El PLI, que también llegó segundo en las elecciones de 2011, perdió así a todos sus diputados y pasó a estar bajo el control de un virtual desconocido, llamado Pedro Reyes, a menos de seis meses de las elecciones.
Y la medida también dejó a las principales figuras opositoras sin una casilla con la que participar en los comicios.
Aunque muy pocos en Nicaragua parecen creer que su participación hubiera podido evitar una nueva victoria de Ortega.

La situación, sin embargo, explica por qué muchos en el país califican de «farsa electoral» las elecciones de este 6 de noviembre.
Y también puede ayudar a entender por qué, en esta oportunidad, muy probablemente hay más voces invitando a la abstención que promoviendo a ciertos candidatos a la presidencia.
¿Pero quiénes se están ofreciendo como alternativa a Daniel Ortega?
El Contra: Maximino Rodríguez
El más conocido del quinteto es sin duda Maximino Rodríguez, un excomandante de la Resistencia Nicaragüense -la «Contra»- que combatió al gobierno sandinista en la década de 1980.
«Yo tuve a 5.000 combatientes bajo mi mando la primera vez que luché contra el régimen marxista-leninista que querían imponernos en el país»

Pero Maximino -como se hace llamar en la campaña- participa en los comiciosbajo la casilla del Partido Liberal Constitucionalista (PLC).
Y muchos en Nicaragua no le perdonan a la organización el haber pactado con el FSLN a cambio de impunidad para su líder: el expresidente Arnoldo Alemán, quien en 2003 fue condenado por corrupción a 20 años de cárcel.
La condena a Alemán fue revertida por la Corte Suprema de Justicia -también controlada por los sandinistas- en enero de 2009, y durante los últimos años el PLC ha actuado en la Asamblea Nacional más como un aliado que como un opositor del actual presidente.
Pero Rodríguez, quien ejerció como diputado del PLC desde 1996 a 2011, no duda en denunciar al gobierno de Ortega como una dictadura y presentarse como el candidato del cambio, aunque su intención de voto es de apenas el 8,3%, según la encuesta de M&R, y CID-Gallup la cifra en un 4%.

«Existe una dictadura porque tenemos un individuo que se eligió para un segundo mandato al margen de la Constitución Política y ahora va por un tercero. Y no sólo por eso»
Lo que no significa que el candidato liberal constitucionalista acepte que con su participación esté legitimando una farsa, o lo que en Nicaragua se conoce como «un pleito de tigre suelto contra burro amarrado».
«Más burros sería quedarse de brazos cruzados, esperando, porque en la historia de la humanidad no hubo ni habrá dictadores que creen condiciones para perder el poder», explica.
El recién llegado: José del Carmen Alvarado
Por detrás de Maximino Rodríguez en la carrera por el segundo lugar figura un verdadero candidato de última hora llamado José de Carmen Alvarado.
Alvarado participa en los comicios en sustitución del polémico Pedro Reyes, quien anunció su renuncia a la candidatura del PLI a penas el pasado 20 de septiembre, tres meses después de haberle arrebato el control del partido a Eduardo Montealegre.

El 2,1% de intención de voto que le atribuyen las últimas encuestas ubica a los Liberales Independientes muy lejos del 31% alcanzado por esa agrupación en las elecciones presidenciales de 2011.
Pero Alvarado ha dicho que está en la contienda «para ganar», pero muchos creen que la agrupación se alegraría con simplemente no perder su personería jurídica.
Y para eso el PLI necesita conseguir, como mínimo, un 4% de los votos válidos; un resultado poco obvio para un partido con mucha historia, pero con un candidato de 66 años de edad que nunca había buscado un cargo de elección popular, ni ejercido ningún puesto público.
«Tengo más de 42 años de pertenecer a mi partido y más de 52 ejerciendo mi profesión» dijo este ganadero y cirujano dentista, que se autodefine como «de centro izquierda», cuando se le pregunta qué tanto lo conocen los nicaragüenses.
«Soy una persona de ideas liberales. Me inquieta el bienestar del pueblo y soy una persona propositiva», agregó, para luego insistir en que «el pueblo sabrá reconocerlo».

Sin embargo, hasta el Secretario General del PLI, Mario José Asensio Flórez, reconoce que la suya es una carrera contra el reloj, así como las dudas que rodean a la nueva dirigencia del partido.
«Fue de manera calculada, contra reloj y calendario, que el FSLN nos regresó el partido, por lo que nos han acusado hasta de zancudos«,utilizando el término empleado en Nicaragua para las agrupaciones políticas sin posibilidades que se prestan al juego electoral a cambio de prebendas.
«Pero le vamos a demostrar a la patria entera y al FSLN de qué somos capaces los liberales independientes».
El pastor: Saturnino Cerrato
El candidato de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), Saturnino Cerrato, es tal vez el mejor ejemplo de como muchos de los candidatos son más conocidos gracias a las bromas y parodias que abundan en las redes sociales que a sus propios anuncios de campaña.
Y es que él mismo ha reconocido públicamente que la falta de recursos no le permitirá a su agrupación colocar fiscales en todas las juntas receptoras de votos, ya no digamos comprar espacio en las televisoras locales.

Este pastor evangélico de 65 años, sin embargo, es el protagonista de una de las parodias más populares en denuncia de «El circo electoral» que se han viralizado vía Facebook.
En el video un payaso se burla tanto del estilo ampuloso de Cerrato como de su promesa de que gobernará «sin banderas políticas, sólo cubierto por la bandera azul y blanco de la patria».
Aunque el pastor no es en realidad un completo desconocido: durante 20 años dirigió Asambleas de Dios, la organización protestante más grande de Nicaragua y ahora confía en que su ministerio le permitirá tener un resultado respetable.

«Yo, Saturnino Cerrato, no tengo amarres ni compromisos con nadie que me ate a no denunciar cualquier ilegalidad y soy independiente y eso le da calidad a mi candidatura», le dijo al diario nicaragüense La Prensa.
«Y creo más bien que tengo las mayores posibilidades de ganar que cualquier otro candidato. Es lo que creo y siento y como yo ando en los territorios, tengo relación con la gente», agregó.
Una victoria del religioso, sin embargo, sería un verdadero milagro: por algo el video del payaso tiene casi cuatro veces más reproducciones en Facebook que amigos la página de ALN Nicaragua.
El más joven: Erick Cabezas
Con 39 años de edad, Erick Cabezas es el más joven de todos los candidatos.
Pero participa en los comicios bajo la bandera del Partido Conservador, el más antiguo de los partidos políticos de Nicaragua.

La agrupación, fundada en octubre de 1851, también había perdido su personería jurídica en 2008, pero el Consejo Supremo electoral se la devolvió dos años más tarde.
Y Cabezas, quien es abogado y notario de profesión, ha hecho de la transparencia y de la lucha contra la corrupción el eje de su campaña.
El joven conservador, sin embargo, solamente registra un 0,9% de intención de voto.
Y aunque ha dicho que para darse a conocer ha sido recurrir a las redes sociales, por causa de la falta de recursos y porque los medios tradicionales -mayoritariamente controlados por el oficialismo- no se atreven a darle espacio, no hay nada que indique que esa estrategia esté funcionando.

Al momento de escribir este artículo, en su página personal de Facebook nada más tenía 1.614 amigos, mientras que su página Erick Cabezas Presidente registraba únicamente 871 «me gusta».
Y a la página del Partido Conservador -que no se adorna con una foto del candidato a la presidencia, sino con una de sus candidatos al parlamento- le ina incluso peor, pues los «me gusta» no llegaban ni a 300.
El último de la lista: Carlos Canales
El último de la lista, con un 0,4% de intención de voto es Carlos Canales, el candidato de la Alianza por la República, APRE.
Canales se presenta como el anti-político. Y como bandera de campaña enarbola la lucha contra la corrupción y el rescate de los valores éticos, cívicos y morales que dice se han perdido en Nicaragua.

«Estoy en esto porque me cansé de apoyar a partidos y líderes políticos que sólo se han dedicado a engañar al pueblo nicaragüense», dijo este ingeniero y empresario de más de 60 años.
Así que no deja de ser paradójico que el candidato más conocido del APRE no sea él, sino Byron Jerez -un exfuncionario del gobierno de Arnoldo Alemán a quien muchos en Nicaragua consideran el rostro mismo de la corrupción– quien aspira a ser electo diputado por Managua.
«Hay una contradicción, es verdad», dice Canales sobre la candidatura de Jerez, pero luego también destaca que la misma no fue idea suya y que éste nunca fue condenado.
Y preguntado sobre el impacto que la misma puede tener para su campaña, este hombre que dice haber combatido bajos las órdenes de Anastasio Somoza, contesta con una respuesta que también parece válida para sus mismas posibilidades y la del resto de los candidatos que compiten con Ortega.
«Eso lo vamos a saber el día de las elecciones».
fuente.bbcmundo