Millones de aficionados al fútbol alrededor del mundo (y no exageramos) se están pronunciando por alguna de las siguientes opiniones acerca de uno de los goles del Barça 6-1 Celta de Vigo jugado anoche en el Camp Nou.
Unos lo hacen desde el reglamento: «Técnicamente es un penal fallado por Messi», «Es una asistencia de Messi», «No se puede hablar de asistencia en un penalti», «Suárez estaba en posición antirreglamentaria», dicen.

Otros discuten cuestiones de moralidad: de «Falta de respeto al adversario», «Es legal, no se falta el respeto a nadie», «Genialidad», «Generosidad», «Tomadura de pelo», «Una jugada fiel a la noción de espectáculo», «Fruto de la amistad dentro y fuera de la cancha», argumentan.
No faltan quienes ofrecen una perspectiva histórica: «Gol histórico»,«Homenaje a Cruyff», «Cruyff inventó esto en 1982», «El belga Rik Coppens inventó esto en 1957″…
Y así podríamos seguir, porque la jugada tiene la capacidad para generar el entusiasmo o la indignación de la gente, según sus respectivas inclinaciones.
Repasemos las circunstancias, por si usted estuvo festejando el día de San Valentín, demasiado distraído para ver el partido o sus repercusiones.

Barcelona recibió el domingo al Celta de Vigo, que en el partido anterior, en Balaídos (23 de setiembre), le había asestado un 4-1, la mayor goleada sufrida en liga por el equipo de Luis Enrique. «El Celta sabe como jugarle al Barça», advertían muchos comentarios previos, recordando que en 2013-14 el DT catalán fue el entrenador del equipo que ahora conduce Eduardo Berizzo.
Messi convirtió un soberbio tiro libre en el minuto 28 (tras aprovechar la confusión para adelantar la pelota varios metros) pero la ventaja no duró mucho: el sueco John Guidetti (sí, con ese apellido) empató de penalti.

Todo parecía indicar otro partido difícil para el Barça, pero en media hora del complemento Messi y sus alegres camaradas encendieron las luces y llegaron otros cinco goles, tres de Suárez, uno de Rakitic y otro de Neymar.
La jugada «histórica» llegó en el 81′, cuando Messi se dispuso a rematar un penalti: en vez de disparar a puerta, hizo un pase a su derecha, donde llegaban Suárez y Neymar. El uruguayo fue más rápido y marcó a placer, completando suhat-trick. De haber marcado Messi, habría sido su gol 300 en liga.

Las repeticiones de la jugada permitieron observar varios detalles importantes.
En primer lugar, Suárez llegó antes que Neymar porque se ubicó en la convergencia de la línea del semicírculo con la demarcación del área, mientras que Neymar estaba en un lugar centrado, donde el semicírculo es más amplio.

Teniendo en cuenta que la jugada fue entrenada, como explicó luego Neymar, se podría argumentar que el uruguayo fue más pícaro que el brasileño, pero éste optó por decir que no tenía importancia, que su compañero remató «porque llegó antes», y que no hay celos ni envidia en la MSN del Barcelona.
También se advirtió que Suárez invadía zona un instante antes de que Messi tocara la pelota; Neymar, en cambio, se mantuvo en posición reglamentaria.

La jugada provocó una reacción como pocas veces (o tal vez nunca) se han visto en internet: los comentaristas más memoriosos sabían que el gran Johan Cruyff había marcado en una jugada similar en 1982, durante su segunda encarnación en el Ayax, cuando cedió la pelota a Jesper Olsen, quien se la devolvió para que el astro marcara en la portería del modesto Helmon Sport.
Se habló entonces del «invento» de Cruyff, pero a poco surgió que en realidad el holandés había imitado la jugada protagonizada por dos belgas en 1957, durante un internacional entre Bélgica e Islandia, que ganaron los belgas 8-1.

Rik Coppens, encargado de lanzar el penalti que originó el último gol, alertó a su compañero Pieters de su intención y la jugada prosiguió como la de Cruyff años después. A diferencia de los casos de Messi y Cruyff, Coppens y Pieters no ensayaron previamente la jugada.
En el nivel más elevado del profesionalismo no hay muchos casos de este tipo, por el elevado riesgo de fracaso, como les ocurrió a Robert Pires y Thierry Henry en la temporada 2005-06, en un Arsenal-Manchester City: Pires apenas rozó la pelota con el pie, sin completar el pase a Henry; un papelón histórico.

Ahora, con el poder imitativo multiplicado por las redes sociales, cabe suponer que habrá una oleada de penales más o menos osados, con lanzadores chutando de tacón o de rabona, con algún audaz haciendo un salto mortal antes de golpear la pelota o cualquier otra cosa que los árbitros toleren.
Lo que no tendrán, seguramente, es la repercusión del gol de Messi-Suárez, que es una verdadera obra maestra del arte urbano o callejero.
En España… bueno, en España y muchos otros países, donde los juicios de valores siempre están teñidos por la rivalidad entre las tribus dominantes, muchos han criticado la audacia «irrespetuosa» de esta jugada histórica.

José Sámano, jefe de deportes de El País, ridiculizó esta tendencia con una serie de preguntas: «¿Por qué no satanizar al Leónidas que marcaba descalzo, al Pelé que hizo descarrilar a Mazurkiewicz, al Garrincha que hacía chistes con los pies, al Di Stéfano que goleaba de tacón, al Higuita del escorpión, al Best que tiraba paredes con las piernas de los contrarios, al Guti de ojos en la nuca (…), al Panenka que inmortalizó una suerte de penaltis de alto riesgo?».
Sí, por qué.
Lo cierto es que Messi estaría faltando a su cita con la historia si se limitara a jugar discretamente, apenas un poquito mejor que los adversarios, sin intentar nada que pueda ser interpretado como una burla a jugadores menos dotados.

Todo lo contrario: Messi, Neymar, Luis Suárez, Cristiano Ronaldo, jugadores de esta talla están allí para levantar el espectáculo; así como un gran actor emociona a los espectadores en el teatro, ellos ofrecen belleza al gran público.
Si ustedes lo permiten, ellos democratizan la belleza con jugadas como esta.
fuente.bbcmundo