Pablo Sklarevich – No había que ser una gran lumbrera política para prever –como se sugirió desde las páginas de Aurora- que la designación de Dani Dayan como embajador en Brasil iba a generar un conflicto diplomático con ese país sudamericano. La pregunta es si la incompetencia proviene del primer ministro, Biniamín Netanyahu, de los burócratas atornillados en el Ministerio de Exteriores, o de ambos.
Más allá de la indiscutible integridad humana e intelectual de Dayan, y que el primer ministro tiene derecho a colocar a quien le plazca –desde el punto de vista ideológico- para representar al país; el rechazo a aceptar su nombramiento era como el título del libro de Gabriel García Márquez, la “Crónica de una muerte anunciada”.
Dayan se desempeñó como presidente del Consejo de Judea y Samaria (Yesha) y es considerado como el «ministro de Exteriores de los asentamientos». Su designación como enviado de Israel en Brasilia no puede ser vista como otra cosa que un intento de meterle el dedo en el ojo al gobierno izquierdista de Dilma Rousseff, que con extremada paciencia
Ahora, Netanyahu se ha metido gratuitamente en un brete de proporciones. A transformar el hecho en una cuestión pública, está dañando efectivamente las relaciones bilaterales. Esto tendrá un alto costo para Israel que quiere aumentar el intercambio comercial con Brasil.
Si concede, el primer ministro se mete en problemas con el ala más derechista del partido gobernante Likud y el partido religioso nacional Habait Haiehudi (Hogar Judío).
La única forma de salvar las apariencias para Netanyahu tal vez hubiera sido nombrar a Dayan como embajador en otro país. Sin embargo, tal como Dayan lo ha notado, Brasil podría sentar un precedente que vería reducido el número de países que acepten a “colonos” como embajadores.
La viceministra de Exteriores, Tzipi Hotovely, ha salido con un discurso militante y habla de “crisis”.
Parece mentira, que cuando el país está bajo serias amenazas desde la frontera norte, continúa la escalada de violencia palestina y la Unión Europea amenaza con mayor aislamiento; a la vicecanciller no se le ocurre una mejor idea que promover un conflicto diplomático con Brasil.